
En un lugar muy lejano, pero muy cerca de mi corazón, hay un pueblo: EL PERDIDO, que atesora recuerdos que aún hoy perduran intactos convirtiéndose en la nostalgia que va surgiendo en esta época de mi adultez.
Deseando ser mago, para volver al punto de partida y sentir el cuidado de mis padres, la alegría de los juegos con mis amigas y volver a mi querida ESCUELA, cierro mis ojos y me veo caminando hacia ella con mi pequeño portafolio y mi guardapolvo blanco tableado, que mi madre con tanto esmero lavaba y planchaba para que fuese impecable.